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El recuerdo sigue vivo.
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A+ A- El tiempo pasa rápidamente y este día se cumplen ya dos años del fallecimiento del habilidoso jugador argentino
Pablo Hernán Gómez y su esposa Mónica González, quienes perdieron la vida en un accidente automovilístico cuando se trasladaban de Querétaro a Pachuca por viajar a exceso de velocidad.
El automóvil donde viajan Pablo Hernán, Mónica y sus dos hijos, se estrelló a la altura de la comunidad de La Manga, en la carretera Huichapan-Ixmiquilpan, en el estado de Hidalgo, cuando regresaban de
San Luis Potosí , a donde fueron ver jugar a Óscar Ariel González, hermano de Mónica y hoy goleador del Irapuato. Los niños, Micaela y Leandro, de tres y dos años en ese entonces sufrieron heridas, pero sobrevivieron al accidente.
Pablo Hernán tenía 23 años, tenía tanto arraigo con el equipo de los Tuzos del Pachuca, al que prácticamente llevó a la conquista del título del Torneo Invierno 99 al conseguir seis goles entre la fase de recalificación y la liguilla, que la gente ya lo consideraba un "hidalguense distinguido", pues radicaba con toda su familia, la cual se mantiene ahí, incluso, su hijo Leandro forma ya ingresó a la escuela de futbol del equipo y tanto él como su hermana tienen un fideicomiso que les asegura su manutención.
Nació en Mendoza, Argentina, el 20 de diciembre de 1977, medía 1.65 metros y pesaba 65 kilogramos, era un delantero habilidoso, caracolero, veloz, gambetero, de esos de los que ya no hay, jugó con Huracán, Santa Fe, Godoy Cruz y Argentinos Juniors en su país, llegó a México para el Morelia, después estuvo con Veracruz en Primera "A" para llegar a Pachuca a principios de 1999.
La ciudad de Pachuca se visitó de luto, Niños, jóvenes, adultos, personas de la tercera edad, estudiantes, aficionados, familiares, compañeros, directivos, todos, todos los habitantes de Pachuca se dieron un momento para asistir a la funeraria de inmediato y decirle adiós a su gran ídolo.
El gobernador del estado de Hidalgo,
Manuel Ángel Núñez Soto , también estuvo presente así como todos sus compañeros de equipo y su director técnico en ese entonces: Javier Aguirre.
El miércoles 31 se realizó una misa de cuerpo presente en el Estadio Hidalgo, a donde se dieron cita más de 10 mil aficionados para homenajear a Pablito y posteriormente acompañar la carroza durante más de 10 kilómetros hasta el cementerio, donde los cuerpos de la pareja fueron cremados.
Fue un momento emotivo, de esos que nunca serán olvidados por los asistentes, al terminar la misa en el estadio comenzaron las porras, los gritos de agradecimiento, los llantos llenos de dolor, una sola voz se escuchaba en el estadio: "Gracias Pablito", "Adiós Mónica", "Descansa en paz", "Pablo, amigo, la afición está contigo", "Se va el campeón, se va el campeón", entre otros, hicieron estremecer a los asistentes.
"Era muy alegre, muy chistoso, siempre buscando la manera de hacer reír o de hacer o de hacer un daño con alegría, todo este tiempo que estuvimos juntos en la habitación nos la pasamos muy bien, lamentablemente se va muy rápido, así como vivió él, con rapidez, terminó así también, rápido", comentó ese día Gabriel Caballero.
Han pasado dos años, el recuerdo está más vivo que nunca, el domingo pasado se le brindó un minuto de silencio antes del juego contra Cruz Azul y la gente lo sigue viendo correr por la banda quitándose rivales y con el único objetivo de anotar goles para alegrar a todos sus seguidores y en general al futbol.
El tiempo pasa rápidamente y este día se cumplen ya dos años del fallecimiento del habilidoso jugador argentino
Pablo Hernán Gómez y su esposa Mónica González, quienes perdieron la vida en un accidente automovilístico cuando se trasladaban de Querétaro a Pachuca por viajar a exceso de velocidad.
El automóvil donde viajan Pablo Hernán, Mónica y sus dos hijos, se estrelló a la altura de la comunidad de La Manga, en la carretera Huichapan-Ixmiquilpan, en el estado de Hidalgo, cuando regresaban de
San Luis Potosí , a donde fueron ver jugar a Óscar Ariel González, hermano de Mónica y hoy goleador del Irapuato. Los niños, Micaela y Leandro, de tres y dos años en ese entonces sufrieron heridas, pero sobrevivieron al accidente.
Pablo Hernán tenía 23 años, tenía tanto arraigo con el equipo de los Tuzos del Pachuca, al que prácticamente llevó a la conquista del título del Torneo Invierno 99 al conseguir seis goles entre la fase de recalificación y la liguilla, que la gente ya lo consideraba un "hidalguense distinguido", pues radicaba con toda su familia, la cual se mantiene ahí, incluso, su hijo Leandro forma ya ingresó a la escuela de futbol del equipo y tanto él como su hermana tienen un fideicomiso que les asegura su manutención.
Nació en Mendoza, Argentina, el 20 de diciembre de 1977, medía 1.65 metros y pesaba 65 kilogramos, era un delantero habilidoso, caracolero, veloz, gambetero, de esos de los que ya no hay, jugó con Huracán, Santa Fe, Godoy Cruz y Argentinos Juniors en su país, llegó a México para el Morelia, después estuvo con Veracruz en Primera "A" para llegar a Pachuca a principios de 1999.
La ciudad de Pachuca se visitó de luto, Niños, jóvenes, adultos, personas de la tercera edad, estudiantes, aficionados, familiares, compañeros, directivos, todos, todos los habitantes de Pachuca se dieron un momento para asistir a la funeraria de inmediato y decirle adiós a su gran ídolo.
El gobernador del estado de Hidalgo,
Manuel Ángel Núñez Soto , también estuvo presente así como todos sus compañeros de equipo y su director técnico en ese entonces: Javier Aguirre.
El miércoles 31 se realizó una misa de cuerpo presente en el Estadio Hidalgo, a donde se dieron cita más de 10 mil aficionados para homenajear a Pablito y posteriormente acompañar la carroza durante más de 10 kilómetros hasta el cementerio, donde los cuerpos de la pareja fueron cremados.
Fue un momento emotivo, de esos que nunca serán olvidados por los asistentes, al terminar la misa en el estadio comenzaron las porras, los gritos de agradecimiento, los llantos llenos de dolor, una sola voz se escuchaba en el estadio: "Gracias Pablito", "Adiós Mónica", "Descansa en paz", "Pablo, amigo, la afición está contigo", "Se va el campeón, se va el campeón", entre otros, hicieron estremecer a los asistentes.
"Era muy alegre, muy chistoso, siempre buscando la manera de hacer reír o de hacer o de hacer un daño con alegría, todo este tiempo que estuvimos juntos en la habitación nos la pasamos muy bien, lamentablemente se va muy rápido, así como vivió él, con rapidez, terminó así también, rápido", comentó ese día Gabriel Caballero.
Han pasado dos años, el recuerdo está más vivo que nunca, el domingo pasado se le brindó un minuto de silencio antes del juego contra Cruz Azul y la gente lo sigue viendo correr por la banda quitándose rivales y con el único objetivo de anotar goles para alegrar a todos sus seguidores y en general al futbol.
29/01/03
Nota 6800