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El Real Madrid favorito para ser campeón.
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A+ A- Si un Real Madrid-Barca es siempre sinónimo de máxima tensión, la noche de hoy, en la que los blancos se clasificaron para la final de la Liga de Campeones, ofreció doble ración de emociones.
Cuatro horas antes un coche bomba explotaba enfrente del estadio Santiago Bernabeu, en un nuevo atentado de la organización separatista vasca ETA. La tensión era máxima, y no sólo por el fútbol.
Pero finalmente fue el fútbol el rey de la noche. Los 75.000 espectadores vieron a un Barca que en el comienzo controló a los locales, pero que terminó resignado ante los blancos, que sueñan ya con su novena Copa de Europa en el año de su centenario.
Luis Enrique fue, como siempre, el objeto de toda la furia del madridismo, que sigue sin perdonarle haber pasado al archirrival.
Los "ultrasur", los mismos que horas antes habían sembrado de violencia las calles aledañas al Bernabeu, desafinaban el himno español y exhibían banderas rojigualdas con el brazo derecho en alto, en un desafío a los catalanes.
En la mañana de hoy, mientras daba un breve paseo cerca de su hotel madrileño, el entrenador azulgrana, Carlos Rexach, pedía algo para soñar con la final de Glasgow: "Un gol nuestro entre los 30 y los 45, entonces podremos hacer algo".
Rexach soñaba con levantar el 2-0 conseguido por sus eternos rivales en el partido de ida en el Camp Nou.
Casi llega.
Un tiro de Luis Enrique pegó en el palo y rebotó en César. Kluivert metió su pie buscando el gol, pero encontró el rostro del portero, que jugó el resto del encuentro con un vendaje en el pómulo que le daba apariencia de héroe de guerra.
Fue entonces que desde una de las gradas superiores, ocupadas por hinchas azulgrana, cayó una bengala encendida entre seguidores del Madrid. El "hijos de puta" resonó unánime en el estadio, que ya saboreaba el viaje a Escocia.
Las imágenes de una señora obligada por los servicios de seguridad del estadio a desprenderse de una botella de agua, contrastaba con la facilidad con que espectadores considerados peligrosos entraron con artilugios pirotécnicos al Bernabeu. Otros ni siquiera pasaban por el registro preceptivo, aun portando bolsas.
Faltaban dos minutos para el descanso y el fuego naranja ardía aún en la grada cuando la indignación por su lanzamiento se olvidó. Se levantó todo el estadio a una.
Un golazo de Raúl les hacía verse con claridad en el Hampden Park de Glasgow.
Pero llegó el empate a los 2 del segundo tiempo. Saviola la cacheteó y Helguera la terminó de meter en su arco.
No pasó de eso, y el pitido final de Pierluigi Collina dictó sentencia: el Real viajará a Glasgow y jugará la final de la Liga de Campeones. El 15 de mayo, día de San Isidro, el santo patrón de Madrid.
02/05/02
Nota 1134