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21 Gramos: Lo que pesa la vida
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A+ A- México .- ¿Dónde podemos hallar esperanza? Esta pregunta ha sido siempre una de mis obsesiones como escritor. Porque la esperanza significa todo: la fuerza para seguir viviendo día a día, la posibilidad de compartir con alguien, la oportunidad de construir una vida. Sin esperanza estamos condenados a una vida carente de horizontes, a una vida mediocre.
La vida sin esperanza convierte nuestras tareas cotidianas en una actividad mecánica, una mera lucha por sobrevivir. Nada más. Y no podemos olvidar que ésta es nuestra única existencia o, por lo menos, la única de la cual podemos estar seguros.
Cuando escribí 21 Gramos quise explorar el modo en que un ser humano puede saciar su necesidad de esperanza. Pero no del modo fácil, sino desde los infiernos: el infierno de la adicción a las drogas, el infierno de la cárcel, el infierno de la mala salud. Cómo esas personas, sumergidas en abismos profundos, pueden superar su dolor, sus miedos, su culpa y encontrar la esperanza. Cómo, desde los más oscuros rincones, alguien puede encontrar el camino oculto que lo conduzca a la esperanza.
En 21 Gramos los personajes tienen que confiar que, más allá de la muerte y la desolación, la vida tiene un poder enorme. Descubren que, la mayor parte de las veces, la esperanza puede hallarse en las más simples, y al mismo tiempo más complejas, de las cosas: en un niño, una familia, en la confianza, la lealtad, el perdón: el amor. Porque para mí 21 Gramos es una historia de amor, de profundo amor. Una historia de sacrificio, de redención. Insisto: una historia de amor.
Cuando la mayoría de las personas escucha el título de 21 Gramos de inmediato piensa en una película sobre drogas. No, 21 Gramos no es una película sobre drogas. Veintiún gramos es supuestamente el peso que una persona pierde en el momento exacto de su muerte. Se dice que algunos doctores han colocado moribundos sobre básculas y que todos, gordos y flacos, niños y adultos, mujeres y hombres, pierden 21 gramos al morir.
No sé si esta afirmación esté comprobada científicamente. Lo que importaba era usar este concepto como una metáfora del peso de la ausencia de una ser querido sobre aquellos que quedan vivos. Porque cuando alguien que queremos se va, quedan sus 21 gramos sobre nosotros, los que los sobrevivimos. Su ausencia nos pesa, nos afecta. Y los extrañamos todos los días, todos. Y sí, la vida sigue, pero esa ausencia nos persigue por siempre.
Y esta ausencia es mucho más dolorosa cuando nadie la espera, cuando la violencia de las circunstancias nos arrebata de manera brutal a un ser querido. Cuando esto pasa no podemos entender lo que sucede, simplemente no entendemos. Nos enojamos, nos enfurecemos, nos sentimos culpables, frustrados. ¿Y a quién culpamos cuando perdemos a alguien? ¿A Dios? ¿A la mala fortuna? ¿Al destino? ¿Y cómo puedo sentirme si por mi culpa alguien pierde a un ser querido? ¿A quién culpo? ¿A Dios?
¿Al destino? ¿O a mí mismo?
Estas son las preguntas que martillean a los personajes de 21 Gramos. No como un problema filosófico, sino como un problema real, inmediato. Es un problema que puede afectarnos a cualquiera de nosotros: perder un ser querido o matar al ser querido de otra persona. Y puede pasarte a ti, a él, a mí. La vida no está asegurada para nadie. La vida, como dice la canción de Sting, es frágil, muy frágil. Y los personajes de 21 Gramos aprenden esto recorriendo el camino más duro posible, pero también aprenden que la vida tiene un enorme poder en sí misma, un poder que nos permite seguir adelante, descubrir la belleza del mundo. La vida: fuerte y frágil a la vez, dolorosa y gratificante, oscura y llena de luz. La vida. La Vida.
* Escritor, cazador y autor de los guiones de Amores perros y 21 Gramos(con información de GUILLERMO ARRIAGA JORDÁN)
21/11/03
Nota 15800