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Como cada año, el Atayde inicia temporada con un espectáculo que transporta a niños y adulto
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A+ A- México .- Algunos ojos alegres, otros tantos preocupados y hasta cerrados por las acrobacias; unos más atentos a la acción que se desarrolla en el escenario, pero todos están cautivados por la magia y alegría que sólo el circo clásico puede imprimir en cada una de sus presentaciones.
Se trata de un espectáculo 100 por ciento mexicano, el de los hermanos Atayde que, como cada año desde hace más de un siglo, estrenaron temporada en la llamada "Catedral de la Lucha Libre": la Arena México.
Olores a frituras, mezclados con el tradicional aroma de los algodones de azúcar, se conjugan para hacer de la tarde del 25 de diciembre una fiesta para las decenas de pequeños que acudieron al llamado del circo, y que ríen a carcajada abierta gracias a la comicidad de un par de payasos, Slappy y Monday .
Acróbatas, malabaristas, trapecistas y equilibristas, todos con un gran sentido del humor, involucraron al público en cada oportunidad con su acto, lo metieron de lleno a la suerte que en ese momento realizaban sobre el escenario y que en ocasiones hasta parecía pequeño para albergar todas las "locuras" que se les ocurrían.
El circo es un espectáculo familiar y la prueba no estaba solamente en las gradas del local, donde se veía todavía a padres desvelados por la comilona de un día anterior, también quedaba asentada con los integrantes del circo, quienes hacían suertes al lado de primos, hermanos, hijos y esposas; finalmente, ellos también forman parte de una sola familia.
Dividido en 20 actos, con un intermedio de 10 minutos, el espectáculo, que antaño contaba con música tradicional circense, ahora evolucionó.
Lo mismo se pueden identificar el clásico sonido new age de Vangelis, que los violines eléctricos de Vanessa Mae tocando al ritmo del "Fantasma de la ópera", o qué decir de los acompañamientos en vivo hechos por el grupo de heavy metal Cristal y Acero, quienes le ponen fantasía y misticismo a las acrobacias, a partir del segundo acto.
Como todos los finales, el del
Circo Atayde Hermanos debía ser espectacular. De la mano de la familia Anastasinis, los ojos de los asistentes hacen un giro dramático de ubicación. El escenario ahora no se encuentra en el suelo, sino en el aire con "Súper rocket espacial".
Los rostros de la audiencia, además de mostrarse asombrados por las acrobacias aéreas hechas por una curvilínea mujer, muestran un rictus de preocupación con ceños fruncidos y cejas cabizbajas; mientras tanto, la familia no deja literalmente de girar encima de sus cabezas, sosteniéndose sólo de unas cuerdas que parecen hasta frágiles para sostener el peso de dos personas a la vez.
De esta forma, luego de casi dos horas de presentación, en las que hubo desde domadores de camellos, caballos y elefantes, hasta actos considerados como suicidas, el público pudo salir con la sonrisa en la cara, satisfecho de lo que había presenciado y con la convicción de que el precio que había pagado, bien había valido la pena.
Todos fueron niños en ese lugar mágico. Los infantes vivieron algo único y los adultos recordaron aquellos años en los que sus propios padres los habían llevado a ver este espectáculo, claro que bajo otro tipo de esquema.
27/12/03
Nota 17008