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Para el cineasta estar detrás o ante las cámaras calma sus ansiedades y depresiones
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A+ A- EEUU .- En persona, Woody Allen es igual a todos los personajes de sus películas: nervioso, paranoico y muy divertido. Tal vez por eso sus críticos más "fieles" no se cansan de reprocharle que se repita una y otra vez en la pantalla.
Pero eso no le preocupa al genio de Brooklyn, quien en entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL afirma que para él hacer cine es una especie de terapia para calmar sus ansiedades y no deprimirse, lo cual en ocasiones le ocurre a la menor provocación.
Tampoco le atormenta que sus filmes no sean vistos por millones de espectadores. Está consciente de que la mejor forma de combatir a los Spielbergs o Schwarzeneggers es no dejar de ser auténtico y honesto consigo mismo, y con nadie más.
"Mis películas nunca han sido vistas por las grandes audiencias, e incluso no llegan a muchos lugares de Estados Unidos, pero siempre he tenido ese problema. Con el tiempo te das cuenta de que algunos prefieren proyectar las grandes películas de Steven Spielberg o Arnold Schwarzenegger, porque ellos sí hacen mucho dinero", comenta Allen.
Para su nueva aventura fílmica, Muero por ti , el realizador llamó a Christina Ricci y Jason Biggs para dar vida a una joven pareja neoyorquina (no podía ser de otra forma), que se debate entre problemas existenciales, líos amorosos y dudas profesionales.
La cinta se estrena este fin de semana bajo la distribución de Artecinema.
"Muero por ti (Anything else ) es el inicio de una nueva etapa en mi carrera, tal vez un poco más optimista o más madura. El personaje de Jason está viviendo una relación que es espantosa, con un manager terrible y con un sicólogo mediocre, por eso mi personaje lo ayuda a liberarse.
"Lo optimista que se puede encontrar, es que como mi personaje fue un fracasado, patético, solitario y loco, intentará que Jason tal vez haga algo distinto con su vida."
El tiempo, su peor enemigo
"Ese papel lo escribí originalmente para interpretarlo yo, pero el tiempo pasó y ya no podía hacerlo. Tuve que reescribir el personaje para que fuera más joven.
"Jason es un gran actor, tal vez no es guapo como Johnny Depp, pero aún así es atractivo para el público", añade Allen, quien mientras habla no deja de mover las manos, acomodarse las gafas y revolverse en su asiento.
El autor, que desde hace años figura en los libros de historia del séptimo arte, acepta que en ocasiones se aprovecha de su prestigio para pagarle muy poco a estrellas que cobrarían millones en cualquier otra producción.
"Elijo a mi elenco junto a Juliet Taylor (directora de casting). Hablamos y decidimos quién es la mejor opción para el papel y vamos tras ella.
"Consigo que muchas figuras trabajen en mis películas pagándoles muy poco dinero, tal vez 10 mil o 20 mil dólares, mientras que podrían ganar 20 millones de dólares en otra. Por eso es que tengo que ser muy cuidadoso y tomar a los actores cuando se encuentran en el proceso de transición de una película a otra, porque no van a decir que no a la cinta de 20 millones de dólares para estar en la mía."
Aficionado a la música y el basquet
El neoyorquino melancólico que gusta de tocar el clarinete en un pequeño bar de Manhattan, habla con tanta pasión que resulta extraña la confesión de que en ocasiones prefiere terminar temprano un rodaje y asistir a un juego de basquetbol de los Knicks, su equipo favorito.
En la vida real, ¿usted es tan paranoico como los personajes de sus películas?
No, para nada. Mi cine es el más alto grado de paranoia, añade entre risas y luego se pone serio para la última pregunta: ¿Es muy autocrítico con su trabajo?
No tanto. Una vez que termino de editar mis películas, no las vuelvo a ver nunca más. Y esto es verdad, porque desde que hice mi primer largometraje en 1968 no lo he vuelto a ver otra vez. Hago lo mejor que puedo en ese momento, es decir cuando filmo, y después, cuando dejo la cinta lista, comienzo a pensar en el siguiente proyecto en el que seguro cometeré nuevos errores.
06/05/04
Nota 21773