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En el cuadro, una escena inverosímil para la televisión mexicana, Brozo se despoja de la pel
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A+ A- México; DF/San Ángel .- Es un drama, nadie quiere que se vaya, pero Brozo está convencido en dar fin al "Informativo Chacotero", le reclaman López Dóriga, Manuel Bartlett, Carmen y Javier, Ricardo Monreal y una larga lista de funcionarios golpeados y golpeadores, sólo Ponchito le ofrece chamba en la única televisora que no tiene canal.
Brozo aún grita, faltan 20 minutos para el fin de El Mañanero, aún se ríe, se burla paternalmente de uno de sus colaboradores, aún se admira con la expresión que mueve a la carcajada, maneja habilidosamente el albur como espada y remata con un touché certero. El tiempo avanza hasta quedar a cinco minutos antes de las diez.
Es una imagen para la historia de la televisión mexicana, está justo en el punto en el cual el doctor Jekyll dará paso a mister Hyde. Es medio payaso, medio hombre, es Brozo Trujillo a quien de repente le desaparece la voz aguardentosa para suavizar el tono y explicar las razones por las cuales dice "ahí se ven".
Brozo Trujillo tiene la mitad de la cara lavada y ya no tiene peluca, habla pensando y añorando a la compañera con la que engendró hace 10 años un proyecto de radio en el cual las noticias eran la fuente de la chacota.
Tiene rota la voz, llama a su gente, se excusa, también lo lamenta, mantiene ante la cámara la fortaleza pero por dentro, es evidente, tiene ganas de llorar, es un payaso extraño al cual sólo le resta la sombra roja sobre la boca, por lo demás es un hombre triste que trata de explicar al público cautivo de El Mañanero que esto es un paso necesario.
Sobre el drama, se hace el fuerte, y a cada frase traga saliva, lejos está la imagen del Brozo que se deshace de la risa, del payaso irreverente, el analista de noticias, el denunciante, el personaje sin moral que habla de sexo, alcohol y drogas.
El clímax del programa ocurre en un segundo, inimaginable para los televidentes que vieron al payaso preguntando "¡¿Quieren que les cuente un cuento?!", la cara del clown político se transforma apenas en un parpadeo, y de un tirón la peluca desaparece del cuadro dejando la calvicie de humano sensible.
Explica y explica su decisión irrenunciable, explica el homenaje, explica su soledad de hombre, no la del personaje que llena de hijos de pelo verde al planeta, sino que habla de sus hijas reales, las que avalaron la renuncia a El Mañanero y habla de Carolina, con la que divertía desde las 04:00 para hacer una rutina que remató un cambio en la televisión mexicana.
Como en película vieja, todos los personajes aparecen a cuadro, un crédito mínimo de la productora, la despedida: "si tienen tele... ahí se ven", y un letrero colorido que dice "Fin".
Quedan miles de televidentes huérfanos, más tarde, transformado ya en el doctor Jekyll o mister Hyde frente a decenas de reporteros, un Victor Trujillo despojado por completo de Brozo, reitera su mensaje, su homenaje y su convicción por haber dado fin al único noticiario en el mundo que era encabezado por un payaso.
04/06/04
Nota 22933