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Abandona las riendas del equipo teutón.
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A+ A- La despedida de Rudi Voeller de la selección alemana se produjo justo cuatro años después de que asumiera el cargo, un poco por casualidad y sin que nunca antes hubiera estado sentado en un banquillo como entrenador.
Voeller, de 44 años, asumió el equipo probablemente en el momento más crítico de la historia de la selección alemana tras la eliminación, en circunstancias vergonzosas, de la Eurocopa 2000, y cuando prácticamente no había ningún entrenador que quisiera encargarse de un equipo en bancarrota.
El comienzo de la era Voeller fue triunfal. Una victoria ante España en un amistoso y luego el triunfo en Wembley ante Inglaterra en el primer encuentro oficial sentaron las bases de una relación de confianza entre el seleccionador y los medios.
Esta relación sólo tuvo fisuras en ocasiones especiales como tras la goleada sufrida otra vez frente a Inglaterra en Múnich por 5 a 1 o partidos decepcionantes ante equipos considerados pequeños como Islandia o las Islas Feroe.
El punto culminante en su carrera como seleccionador fue sin duda la llegada a la final del Mundial de 2002 cuando mucha gente en Alemania contaba con una eliminación en la primera ronda.
Pese a las limitaciones futbolísticas por falta de jugadores mejores Voeller devolvió a la selección la unidad, el espíritu de equipo y al menos durante el mundial la voluntad de lucha que habían sido las armas fundamentales del futbol germano en los momentos más grandes de su historia.
Aunque Voeller se va un poco en las mismas circunstancias en que llegó -tras la eliminación en una primera ronda de la Eurocopa- los frutos de su gestión son innegables y no deja tras de si a un equipo en ruinas como hizo su antecesor Erich Ribbeck.
El lema de Voeller -podemos ganar frente a cualquiera pero también perder frente a cualquiera- devolvió al futbol alemán a la realidad pero también demostró que las posibilidades seguían abiertas cuando el equipo tenía un buen día.
Sin embargo, tal vez lo más valioso ha sido la renovación generacional, con la llegada al equipo de jugadores menores de 20 años como Philipp Lahm, que se ha convertido en titular indiscutible, además de promesas como Bastian Schweinsteiger, Lukas Podolski o Andreas Hinkel.
La selección de Voeller dio lo que podía y sucumbió por sus limitaciones a la hora de definir frente a la portería contraria y por sólo tener un jugador con la suficiente jerarquía para jugar en cualquier equipo del mundo como es Michael Ballack.
A diferencia de lo que ocurre cuando un seleccionador dimite, la marcha de Voeller entristece a casi todo el mundo, porque se sabe que el culpable de la derrota no fue él, pese a que se le achaquen errores tácticos puntuales.
El ex seleccionador no sabe todavía qué va a hacer en el futuro -se ha hablado de que podría volver como director deportivo al Bayer Leverkusen- pero en la conferencia de prensa en la que anunció su dimisión dijo que en dos años, cuando se celebren los Mundiales en Alemania, estará sentado en las gradas deseando suerte "a mis chicos".
24/06/04
Nota 23785