|
El espíritu del Rey Lagarto se hizo presente y volvió a enloquecer e hipnotizar a sus admira
|
A+ A- México; DF .- En el concierto el domingo pasado, en el Auditorio Nacional, no sólo se pudo ver de nuevo a The Doors en un escenario, hoy, en el siglo XXI, también la fuerza vigente, y como si no hubiera muerto, de Jim Morrison.
El vocalista de la banda estadounidense que desde septiembre de 2002 comenzó una nueva etapa como "The Doors del siglo 21", con los dos miembros originales: el tecladista Ray Manzarek y el guitarrista Robby Krieger al mando, más Angelo Barbera en el bajo y Ty Dennis en la batería, esta vez llegó a tierra mexicana para comprobar que aquí su nombre, su voz y su emblemática figura no se olvida, como uno más de los iconos de una época donde hacer el amor y no la guerra era la demanda.
Ese mismo espíritu, de amor-liberación-disfrute trajeron temas como "Break on through (To the other side)", "Love me two times", "No to touch the earth", "Take it as it comes", "Whisky bar", "20th Century Fox", "Alabama Song", "Backdoor man", "5 to 1", "Crystal ship", los cuales hicieron que la multitud, que colmó casi a su totalidad el foro de Reforma, entrara en una cápsula donde el tiempo se detuvo. Con los alaridos sicodélicos del teclado de Manzarek y los chillidos de la guitarra de Krieger el público mexicano revivió la furia y sensualidad que Morrison imprimió al grupo.
Sin embargo, Ian Astbury, el vocalista de la banda inglesa The Cult, ocupó dignamente el lugar de Morrison sin sustituirlo, pues con gran respeto supo convocar a los escuchas en torno al alma de este cantante.
Aunque también hubo momentos de bromas, The Doors de nuevo demostró por qué la grandeza de la marca registrada de la banda, y con temas como "People are strange", "Light my fire", "L.A. Woman", por qué de su viva presencia en el siglo 21.
26/10/04
Nota 28920