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¿Por qué nos encontramos tan consternados ante el fallecimiento del Sumo Pontífice?
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A+ A- Por:
Javier Gallardo Faure .
Tal vez las noticias de su prolongada agonía nos hicieron digerir menos dolorosamente el aviso oficial de su muerte… Sin embargo estamos consternados, tristes, con un gran vacío en el corazón.
A todos, católicos o no, nos ha hecho vibrar de modo impactante y solemne su despedida definitiva. Era sencillamente un hombre singular, un hombre de hierro, justo lo que nos hace falta en el mundo…, era un hombre con una clara convicción: hay que vivir de cara a la Eternidad.
Juan Pablo II vivió cada instante de su vida a la luz de sus principios cristianos, no como mera pose o imagen demagógica. No manipulo sus principios para obtener fines personales y egoístas, vivió sus principios demostrándonos que sí se pueden hacer propios y mostrándonos un camino sólido y seguro en medio de tanto relativismo y mediocridad.
Para trascender como él lo ha hecho, para compartir con él la Eternidad, nos hace falta coherencia entre lo que decimos que somos y lo que realmente somos, valentía para seguir la voz de la conciencia que hoy, más que nunca, nos pide vivir de cara a la Verdad, de cara a la Eternidad…
«¡El Papa realmente ha muerto!»
¿Qué sucedió tras los ventanales del apartamento del Sumo Pontífice inmediatamente después de haber sido llamado a la Eternidad?
Recibida la noticia de la muerte de Su
Santidad Juan Pablo II, el Camarlengo de la
Santa Romana Iglesia , el cardenal
Eduardo Martínez Somalo , comprobó oficialmente la muerte del Pontífice. Se introdujo en los apartamentos de la Casa Pontificia, al llegar a la habitación del Pontífice se arrodilló en un cojín violeta, dispuesto al efecto, rezó algunas oraciones en sufragio por el alma del Papa, y alzándose, se acercó al lecho, descubrió el rostro del Pontífice y constató oficialmente su muerte declarando:
«¡El Papa realmente ha muerto!».
Inmediatamente después, el Secretario de Estado, el cardenal Angelo Sodano, entregó al Camarlengo la matriz del sello de plomo y el Anillo del Pescador que deberán ser anulados. El Camarlengo debe además sellar el estudio y la habitación del mismo Pontífice, disponiendo que el personal que vive habitualmente en el apartamento privado pueda seguir en él hasta después de la sepultura del Papa, momento en que todo el apartamento pontificio será sellado.
Todo esto, siguiendo fielmente las disposiciones del mismo
Pontífice Juan Pablo II en su Constitución Apostólica «Universi Dominici Gregis», promulgada el 22 de febrero de 1996.
04/04/05
Nota 33900