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La decisión debería preservar lo más conveniente para todos
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A+ A- Francisco Javier Chaín RevueltaEl Derecho no es una construcción industrial. Es la sociedad industrial la que lo transforma hacia los intereses del mercado y el crecimiento industrial. El Derecho puede ser recuperado por la gente para un tipo de sociedad que limite las herramientas perversas.
Los partidos, los modos de legislación y el aparato judicial han sido requisados al servicio del crecimiento de los aeropuertos, de los supermercados, de los condominios, de las autopistas, para no hablar de las fábricas. Poco a poco, no sólo la policía, sino también los órganos legislativos y los tribunales han llegado a ser considerados como una instrumentación al servicio del estado industrial. Sí a veces defienden al individuo ante las pretensiones de la industria, ésta es la coartada de su docilidad para servir al monopolio radical y de su servilismo para legitimar una concentración siempre más fuerte de poderes. A su manera, los magistrados se convierten en cuerpo de ingenieros del crecimiento. En la democracia popular o capitalista, son los aliados objetivos del instrumento contra el hombre. Con la idolatría de la ciencia y la corrupción del lenguaje, esta degradación del Derecho es un obstáculo mayor para la reinstrumentación de la sociedad.
El Derecho refleja la ideología de legisladores y jueces. La manera en que estos últimos perciben la ideología subyacente a toda cultura se convierte en la mitología oficial que se concreta en las leyes que formulan y aplican. El cuerpo de las leyes que regula una sociedad industrial refleja inevitablemente la ideología, las características sociales y la estructura de clase, al mismo tiempo que la refuerzan y aseguran su reproducción.
En la sustancia del cuerpo de las leyes de la mayoría de las sociedades no hay ningún obstáculo constitucional para proponer leyes que limiten la productividad, los privilegios burocráticos, la especialización o el monopolio radical. El procedimiento nos ayuda a comprender las relaciones en un momento de conflicto. Corresponde a las partes afectadas reclamar su derecho o reivindicar aquello que consideren bueno. Al equilibrar intereses encontrados, en teoría, la decisión debería preservar lo más conveniente para todos. Por ello, algunas comunidades, liberadas de la ilusión de que el crecimiento pueden suprimir la injusticia social, pueden pensar en este instrumento.
No esperemos que Colegio de Médicos, los Sindicatos de Empresarios o la Asociación de Ingenieros de la Circulación, expliquen en términos sencillos, sacados del lenguaje común, el gangsterismo profesional de sus colegas. Asimismo, es vano pensar que los diputados, los juristas y los magistrados vayan de pronto a reconocer la independencia del Derecho de su noción preconcebida del bien, que se confunde con el suministro de la mayor cantidad de productos al mayor número de gente. Porque todos están domesticados para arbitrar conflictos en favor de su interés, ya hablen en nombre de los patronos, de los asalariados, de los usuarios o de sus propios colegas. Por excepción encontrarán juristas que ayuden a las personas a utilizar la estructura formal del Derecho para defender sus intereses dentro del marco de una sociedad convivencial. Aún sí la sentencia dictada no llega finalmente a satisfacer a los demandantes, la acción servirá siempre para poner en evidencia el litigio. fjchain@hotmail.com
25/04/05
Nota 34453