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Gibb y Chema Guillén
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A+ A- Por:
César Augusto Vázquez Chagoya .
Parece que el homicidio del periodista y dueño del diario La Opinión de Poza Rica está condenado a ser una cifra más de las estadísticas de periodistas asesinados y no esclarecidos.
El caso ha sido manejado bien políticamente por el gobernador
Fidel Herrera Beltrán , pero en los hechos y actuaciones judiciales, tanto el gobierno federal y estatal, dan palos de ciegos a una piñata llena de ineptitud y corrupción.
Para empezar, en la noche del 8 de abril de 2005, cuando corrió como reguero de pólvora el asesinato del editor pozarricense, todos los jefes operativos del gobierno del estado se fueron corriendo al "chisme" a Poza Rica, y nadie se quedó en Xalapa operando con el Ejército,
Policía Federal Preventiva , Policía Ministerial y Seguridad Pública del Estado.
El secretario de Gobierno,
Reynaldo Escobar Pérez , encargado de la política interna y quien debería estar en su oficina contactando el apoyo federal y movilizando la fuerza pública, fue el primero en irse, llevándose al general de división y Secretario de
Seguridad Pública Rigoberto Rivera Hernández ¿Quién con la estatura política de Reynaldo podía operar? Nadie, ni
Héctor Yunes Landa , porque el secretario de Gobernación,
Santiago Creel Miranda , se entiende con el gobernador y con el ex alcalde de Xalapa, siendo que era importante la participación del funcionario federal porque se involucraba a tres estados.
¿Que pasó? Pues muchas cosas. Primero no se hicieron los círculos de retenes desde Poza Rica hacia todo el estado, y en caminos o carreteras que comunican con los estados de Puebla e Hidalgo, porque no hubo comunicación con la secretaría de Gobernación, y por lo tanto en descoordinación se movió sola la policía estatal y en especial la Intermunicipal de Poza Rica, limitada porque estaba al mando de un militar que en la mañana de ese 8 de abril, reconocía que no sabía ni el número de sus tropas en la región donde era jefe policiaco.
Fíjense: se ordenó resguardar a la familia del periodista asesinado y a cuidar el ataúd en vez de perseguir a los asesinos, quienes huyeron a sus anchas, presumiendo que con descaro y protección policiaca salieron del estado, porque hasta la fecha no se encuentran los dos vehículos en que viajaban los agresores, o en su caso están hundidas en el agua o en la cochera de una casa cercana al crimen.
No pasa nada desapercibido en ese 8 de abril.
Raúl Gibb Guerrero , asistió a la inauguración del diario La Opinión de Martínez de la Torre. Fue en su camioneta solo y regresó solo, pero ahí no lo mataron ya que de ser así daría una sola línea de investigación hacia el narcotráfico. Para darnos una idea, Gibb Guerrero pasó por San Rafael, Nautla, Casitas, Costa Esmeralda y Gutiérrez Zamora y nadie le tocó un pelo. Llegando a Poza Rica fue a su periódico, y de ahí se trasladó a su casa, pero llegando a esta lo mataron.
¿Por qué la importancia de matarlo en Poza Rica? Cometiéndose el crimen en dicha ciudad, ya se podía hablar de otras líneas de investigación incluyendo sus relaciones familiares, enemigos políticos, los robagasolinas, etcétera: muchas líneas de investigación. Por eso no lo matan en el cuadrángulo del narcotráfico Perote-Misantla-Tlapacoyan-Nautla. Tanto peso tiene lo anterior, que el subsecretario federal de Seguridad Pública,
Miguel Ángel Yunes Linares , y el estatal,
Rigoberto Rivera Hernández , anunciaron que la
Policía Federal Preventiva se hará cargo de la vigilancia entre Martínez de la Torre y Costa Esmeralda ¿Por qué no anunciaron que vigilarían Papantla-Poza Rica-Álamo, centros del crimen del periodista?
Después de escaparse los asesinos, viene una actuación judicial rara y sin razón. La inspección ocular del crimen de Raúl Gibb se hizo en el mismo lugar, simulando los hechos, pero se realizó al mediodía y no a las 21.45 horas (en que ocurrió el crimen) ¿Qué cambia la hora? Cambian los datos, ya que si fuese a la misma hora, simulando el recorrido del periódico a su casa, se pueden encontrar testigos fijos que vieron al periodista esa noche como agentes de Tránsito, cámaras de seguridad de establecimientos, taqueros, conocidos con los que se encontró, etc. También se pudieron encontrar testigos improvisados como vecinos, vehículos en tránsito de personas que van o regresan por donde fue el crimen, en carros o caminando.
Hay un elemento adicional al crimen: a
Raúl Gibb Guerrero lo mataron de manera similar a la del diputado federal
José María Guillén Torres , a las 5 de la mañana, sobre la carretera federal (tramo Oteapan-Jáltipan) cuando se le emparejó una camioneta desde la cual le dispararon, cayendo el vehículo del legislador en una cuneta, se bajaron los asesinos y le volvieron a disparar.
Los asesinos del legislador se fueron rumbo a Jáltipan y se regresaron hacia Cosoleacaque, dejando abandonada la camioneta frente a la colonia El Naranjito, a sólo 4 kilómetros del crimen. Tanto el periodista como el diputado federal iban en camionetas.
Parecen películas similares. Encabezó la indignación y pidió todo el peso de la ley a los responsables del crimen el entonces senador
Fidel Herrera Beltrán , siendo gobernador, con el caso de Gibb Guerrero, dice que se encontrarán a los asesinos y se sabrá cómo lo mataron. El caso Guillén está olvidado; el de Gibb va por el mismo camino.
Mientras está el escándalo internacional por los asesinatos en México (considerado como el segundo país más inseguro para los periodistas después de Irak), se dio una manifestación el 26 de abril de periodistas en Xalapa en contra de la orden de aprehensión al reportero
Antonio Contreras Domínguez , por delitos de difamación en el 2000 contra Héctor Palma Molina, secretario particular de la titular del Consejo Estatal de Seguridad Pública. Tres días antes, en Poza Rica, hubo una manifestación de cientos de personas encabezadas por Silvia, Margarita y Norma Gibb Guerrero, pidiendo el esclarecimiento del crimen de Raúl, el hermano menor.
Este 2 de mayo, el analista y periodista Reynaldo Castro Melgarejo, contestará la denuncia que le interpusieron Edgar Herrera Beltrán, hermano del gobernador y secretario particular de María del Carmen Pinete Vargas (también demandante), subsecretaria de Desarrollo Político; y por Leonel Rivera Azuara (esposo de la subsecretaria), ya que el periodista señaló corrupción y nepotismo cuando la funcionaria fue directora del Instituto Veracruzana para la Educación de los Adultos, y el martes 3 de mayo habrá una conferencia de prensa en el café La Parroquia de Xalapa, por periodistas acosados y agredidos por el poder público a las 11 horas.
A ver si de estos no van también a las cifras frías, ataúdes, criptas y el olvido.
01/05/05
Nota 34603