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Comento el Senador Elías Moreno.
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A+ A- México, D.F.- En los últimos días, se ha suscitado una polémica en torno a la incorporación de la denominada
"píldora del día siguiente" en el cuadro básico de medicamentos, como un anticonceptivo recetable y aplicable en clínicas y hospitales que integran el sector público de salud.
El tema es complejo y necesariamente debe ser causa de un amplio debate social sobre el uso de este producto médico, como debería ocurrir con otros tantos que inciden en la salud de los mexicanos.
Sin embargo, atestiguamos el desarrollo de un falso debate, escandaloso por la trascendencia de sus participantes, pero exageradamente escrupuloso, ya que quienes debieran actuar como representantes formales del gobierno y en consecuencia, del Estado mexicano, reducen su posición a un asunto de "expiación de culpas particulares", para decir que está bien y que está mal en un ejercicio egoísta de moralidad privada hecha pública.
Es así como la "confrontación verbal matizada" entre el Secretario de Salud,
Julio Frenk Mora y el Secretario de Gobernación,
Carlos Abascal Carranza , se sustenta en una contraposición de creencias personales que han confundido el sentido del verdadero debate, pues de ninguna forma de sus "discrepancias" ha surgido la información necesaria para que la sociedad conozca la realidad de un instrumento que busca atender un problema concreto de salud pública como es el aborto clandestino, la procreación de hijos no deseados y sobre todo la muerte de mujeres mexicanas en etapa reproductiva, pues la defunción femenina por secuelas de abortos mal atendidos es en nuestros días, la cuarta causa de muerte de mujeres en nuestro país.
Es fundamental para el debate saber que, de los dos millones 200 mil partos que ocurren al año, el 17 por ciento son de mujeres menores de 18 años, lo que significa que 375 mil embarazos son de madres adolescentes.
Este sector de jóvenes (de entre 15 y 19 años de edad) representa el 21.6 por ciento de las mujeres que acuden a los hospitales de la Secretaría de Salud en el Distrito Federal, para atenderse a causa de un aborto.
Pero además, cifras calculadas por asociaciones civiles y no gubernamentales, señalan que en México se realiza un promedio anual de entre 120 mil y 200 mil abortos en su mayoría clandestinos, con una estimación de entre mil y dos mil muertes anuales de mujeres por posibles secuelas, según datos de la Organización Mundial de la Salud para el año dos mil.
No es en el estrecho y estricto concepto de moralidad cristiana, desde donde se debe decidir si "la píldora del día siguiente" es buena o mala para acordar su incorporación al cuadro básico de medicinas que reconoce el sector salud, sino la gravedad de las cifras anteriormente expuestas, en las que se refleja la difícil situación de una mujer en caso de un posible embarazo.
Pero además, no es el Secretario de Gobernación el que debe decidir que es bueno o malo para los mexicanos, conforme a los principios que profesa, ya que no es la píldora "un arma de destrucción masiva" (como lo ha dicho el funcionario); "la verdadera arma de destrucción masiva" son los casi 200 mil abortos, la mayoría de ellos clandestinos, que ocasionan aproximadamente 2000 mil muertes maternas al año, en nuestro país.
Por otra parte, el anuncio oficial que hiciera el Secretario de Salud sobre el uso formal de este producto médico, ha sido una acción mal respaldada, pues ha sido insuficiente la información sobre este nuevo "anticonceptivo", lo que implica que el grueso de la población desconozca sus características, favoreciendo además la proliferación de las falsas explicaciones.
Para decirlo franca y llanamente, la llamada "píldora del día siguiente" es un compuesto derivado de una hormona llamada levonorgestrel, su nombre comercial es Postinor-2. Es un método anticonceptivo que como cualquier otro debe exponerse abiertamente a la opinión pública, a las parejas y a las mujeres en particular, quienes deben decidir finalmente su posible utilización.
La píldora puede actuar en tres tiempos:
• Primero, impidiendo la ovulación, la maduración y salida del óvulo del ovario (efecto anovulatorio ó anticonceptivo)
• Segundo, dificultando el tránsito de los espermatozoides hacia el óvulo (efecto de barrera ó anticonceptivo), y
• Tercero, impidiendo la implantación del embrión en el útero
(efecto anti-implantatorio)
Este último mecanismo anti-implantatorio del óvulo fecundado, está ampliamente fundamentado, no sólo por el mismo fabricante, sino por una extensa bibliografía como un método anticonceptivo final.
Existe un gran debate científico a nivel mundial en torno a la temporalidad del aborto, algunos consideran que se presenta solo a partir de que el "huevo o cigoto" se implanta en el útero materno, mientras que los más consideran que el aborto se presenta a partir de la fecundación (penetración del espermatozoide al óvulo).
Para ejemplificar lo anterior, imaginemos una mujer que tiene una relación sexual una noche, y horas antes había ovulado. Al día siguiente va a la farmacia o al médico, para que le proporcionen las dos tabletas de la "píldora del día siguiente". ¿Cómo actuará la píldora en este caso?
Está claro que los espermatozoides, habiendo pasado varias horas, ya habrán podido fecundar al óvulo. La píldora en este caso no impide la ovulación, pues ya se ha producido. Tampoco ha podido impedir que los espermatozoides asciendan a la trompa y fecunden al óvulo. ¿Cuál es la finalidad de tomarla entonces? Impedir que el óvulo fecundado se implante en la capa interna del útero y de esta forma evitar el embarazo.
Es necesario aclarar que existen otros métodos anticonceptivos validados (orales, inyectables o implantados como es el caso del dispositivo Intrauterino DIU) que indudablemente tienen efectos anti-implantatorios, con altos niveles de eficacia; La píldora anticonceptiva de emergencia no es un caso de excepción, pero lo que es una buena oportunidad de terminar con un debate cuyo origen parece ser más la moralidad y la ignorancia.
No podemos quedarnos a medias tintas en el debate social que debe ocurrir sobre este producto médico, como tampoco podemos limitarlo a una exposición de moralidad y buenas conciencias. Es necesario que su discusión incluya una perspectiva seria de salud pública y de atención a los grandes problemas poblacionales, como los embarazos y procreación creciente entre nuestros adolescentes o el aumento de formas clandestinas y toleradas de aborto, que atañe -sin lugar a dudas- a la salud y a la vida de millones de mujeres mexicanas.
25/07/05
Nota 36775