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LOS TIGRES DEL NORTE cada vez más se acercan a nuestra zona centro de Veracruz.
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A+ A- Guanajuato. Mojados, callados, lejos de las luces, sin hacer caso al estruendoso sonido que venía de uno de los templetes, esperaban una señal. Habían llegado temprano, unos de la ciudad de los callejones, otros de poblados aledaños. Se esperaban 20 mil, pero las cifras hablaban del doble. Sabían lo que iba a pasar. Una luna artificial sobre la enorme manta que ocultaba el escenario fue el signo sagrado. "Tigres, Tigres", comenzó el coro colectivo.
Arriba el ala del sombrero. La espera había valido la pena.
A la una de la mañana sonó el acordeón, vino entonces el descenso de la manta y el lento ascenso de Óscar y sus primos Hernán, Luis y Eduardo Hernández, comandados por su hermano Jorge, de sombrero negro, quien, a manera de saludo y consigna, inició la velada cantando: "Soy el jefe de jefes, señores". El grito de la "raza" fue brutal. Nadie iba a superarlos el sábado en la Yerbabuena.
Estaban por primera vez en el Cervantino. La misión: complacer a su gente.
Ya antes le había tocado turno a la "banda". Julieta Venegas y Molotov sólo prendieron a la gente cercana al escenario. El público bailaba y gritaba, o bien impulsaba el vuelo de algunos. Se sentían en el cielo mientras cientos de manos los llevaban a un brusco descenso a cargo de elementos de seguridad. Venegas cantó "La jaula de oro". Molotov, luego de haber hecho brincar a más de uno, se rayó con un "palomazo" de Jorge Hernández. La "banda" era mucho ruido y pocas nueces. La "raza", la de sombrero y camisas brillantes, la de botas y bigotes, fue la invitada de honor. Y si no lo dijo Ramiro Osorio, director del festival, quien se paseaba con su chamarra azul, sí lo dejó en claro Hernández: "Vamos a cantarles sus canciones, vamos a complacerlos, ¿cuál quieren?".
Y empezó la sincronía de pasos en el lodo. Y al que le gane la cardionervia que se ponga con una flor para la dama, esa que le da "Falsas promesas de amor".
Seguía la lluvia, pero ya venía "Contrabando y traición" y "La luz de tus ojos". ¿Cuál frío, compa?, son Los Tigres.
Amables todo el tiempo, sincronizados, sin descansar, entregados a su público y haciendo alarde de la calidad que los ha llevado a la cumbre, Los Tigres se aventaron las prohibidas: "La reina del sur", "El Periodista" y "La crónica de un cambio". Hubo tiempo para que se treparan una vez más al escenario los roqueros para unirse al coro: "De América, yo soy", mientras una bandera llegaba apresurada desde el público para ser extendida por Hernández ante el júbilo.
21/10/02
Nota 4552