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Explotan a mujeres en maquiladoras.
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A+ A- Juan H. Santos.
Madres solteras, estudiantes, y hasta indígenas de la Sierra de Zongolica cada fin de semana viajan al municipio de Tehuacan, estado de Puebla a trabajar en las maquiladoras, denuncian que son explotadas y acosadas sexualmente por los supervisores de las microempresas.
Miriam tiene 16 años y sus manos se ven callosas, gruesas, rasposas, arrugadas, pero lleva las uñas pintadas. Trabaja para esta maquiladora desde hace seis meses.
Narra que son 150 mujeres veracruzanas que reciben a la semana 800 pesos. Ellas tienen que soportar el acoso de los jefes y agotadoras jornadas de trabajo. En ocasiones laboran hasta 12 horas al día, sin que haya tiempo extra.
A pesar de su edad burla la vigilancia para comer chocolates y galletas en horas de trabajo. Más que otra cosa, seguridad intenta detener el tráfico de dulces y paletas entre las empleadas. "Aquí la Ley Federal del Trabajo es letra muerta, la necesidad nos hace soportar la explotación en la maquiladora", añade.
Esta vez no bromea como lo hace con el vigilante o con las mujeres ancianas, a quienes a pesar de su edad aquí les dan trabajo. Mientras platica mueve sus manos veloces cortando hilos sobrantes de los pantalones de mezclilla; tiene un pie plano mal cuidado y los dientes un poco picados de tanto comer dulce. Es la niña consentida de las ancianas.
Desde hace rato, la chiquilla de cabello ondulado, que huele a un Paloma Picazo de 25 pesos, se queja de dolor en el vientre. "Me duele mucho", de repente se suelta a llorar como la chiquilla que es. Miriam está menstruando, pero no sólo eso, está anémica y tiene una gastritis aguda. Don Juanito, un chilango en Tehuacan, de 1.80 metros de estatura, demuestra con su celular en el cinto, los anillos y la cadena de oro que le ha ido bien supervisando a las empleadas de la maquiladora.
Miriam y Angélica devoran una pieza de pollo y puré, cada una. Es lo que les alcanzó con los $17.50 de este día, y la miran con los ojos bien abiertos.
Después de la comida, todas buscan el sol, aunque sea sólo 15 minutos antes de volver a la ardua labor. Sentadas en el cemento o caminando en la banqueta se comen un dulce o se fuman un cigarro; así se pasa la vida y de vuelta a la maquiladora.
Deposita, cierra, coloca etiquetas, las cose y a correr. Todo el día lo mismo, los pies le punzan, las manos le duelen, la espalda parece que se va a quebrar del dolor.
Mira el reloj anhelante, falta media hora para que concluyan sus 10 horas de jornada laboral.
01/10/06
Nota 47528