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Columna sin nombre.
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A+ A- Pablo Jair OrtegaORFIS: ACOSO A EMPLEADOS POR EL ISO-9000
Peor que una escuela de monjas de antaño, monasterio o instituto castrense, el Órgano Fiscalizador de Veracruz (ORFIS) en la búsqueda de la "excelencia en la calidad de servicio" y del mentado ISO-9000 "normas cualitativas que supuestamente ponen en cierto estatus a empresas u organismos públicos" ha emprendido nuevamente una severa campaña afectando principalmente a sus empleados, con normatividades exageradas y que rayan hasta en lo absurdo.
Se menciona "nuevamente", porque se tiene conocimiento de que estas medidas no son nuevas: fueron aplicadas desde la gestión del primer titular
René Mariani Ochoa . Que incluso con la llegada de Mauricio Audirac a dicha dependencia, se relajaron un poco las cosas, pero ahora se retomaron las antiguas fatuas medidas en la búsqueda del dichoso ISO 9000, como si éste fuese un certificado suficiente que oculte las corruptelas que se llevan a cabo en organismos de gobierno (sobretodo cuando los partidos políticos tienen el control de éstos).
Mientras, los que tienen que soportar las nuevas políticas y payasadas de los directivos son los empleados, acosados por los lineamientos que les imponen a riesgo de ser sancionados o incluso despedidos ante alguna falla.
Trasciende en días pasados que además de la farsa que llevan a cabo los titulares con lo del mentado ISO 9000, a los empleados les tienen marcada la manera de vestir; adjunto a situaciones tan ridículas como el hecho de que al salir del edificio, los varones deben colocarse el saco antes de emprender el trayecto hacia su vehículo particular. Ya una vez dentro, pueden hacer lo que quieran, pero es imperativo que una vez que salgan, lo hagan trajeados y directo a su unidad.
Inclusive, si existe la contratación de personal eventual, el reglamento de vestimenta también se aplica por igual, aunque el sueldo no alcance para el guardarropa ideal del ORFIS.
Toda esta estricta normatividad está vigilada férreamente por cámaras de video al más puro estilo de la babosada televisiva denominada "Big Brother", y por elementos de la dirección de Recursos Humanos, quienes no dejan colocar fotos familiares o cualquier otro objeto personal en los cubículos que ocupa el personal. Éstos deben ser simétricos: tener sólo una computadora, una hoja de papel y un lápiz. Fuera de esos elementos, no debe haber nada más en el área de trabajo.
Las computadoras no tienen puertos USB, lectores de CD, o de discos de 3 ½ pulgadas, por aquello de la delicadez de la información y su necesaria confidencialidad. Por lo del ISO, no se deben ver tampoco los cables desparramados por la pared o el piso.
Para imprimir, es otra historia aparte. Dicen los que saben que es más fácil fotocopiar un documento del siglo XVI en el Archivo General de la Nación que imprimir en el ORFIS. El asunto es que lo que se va a imprimir se tiene que enviar a una secretaria y ésta a su vez consulta con alguien encargado de dar el visto bueno de lo que se está imprimiendo (otra vez por lo de la seguridad), se manda al departamento de impresiones y se recoge finalmente ahí.
La perfección para el ORFIS llega al grado de que todas las ventanas persianas deben tener la misma altura. De igual manera, el reglamento interno prohíbe que se coman cosas olorosas al interior. Así que nos imaginamos que ni café ni nada por el estilo.
De hecho, lo del horario para almorzar también es otra historia que se cuece aparte: los que salen a comer están restringidos a que una vez que comienza el horario, que es de las 3 a las 4 de la tarde, tienen que checar exactamente a la hora para marcar su tiempo, teniendo 15 minutos posteriores de "tolerancia" (considerándose retraso matutino). Que después de esa prórroga, justo a las 15:15 con un segundo, se considera como una falta matutina. Al regreso también tienen que cotejar con el sistema electrónico: si pasan los quince minutos de retraso, por un segundo, se considera falta vespertina.
Los que no salen a comer o aprovechan la hora para descansar, de todos modos tienen que checar, porque sino se considera una falta total. También tienen que comprobar su ingreso en el comedor que existe dentro de las instalaciones para los que no pueden ir a su casa, donde la comida cuesta 30 pesos, pero dicen que está lejos de una buena sazón.
Las medidas del ORFIS en cuanto a la información interna de auditorías y de los entes fiscalizables es sin duda de estricta confidencialidad porque así lo estipulan las leyes y reglamentos actuales, aunque lo ideal sería que la transparencia informativa ya fuera permanente y se permitiera el libre acceso a esa información a la opinión pública, precisamente para evitar que los ayuntamientos, el congreso y el gobierno del estado (¿por qué no? hasta el poder judicial) dejen de hacer uso de información a manera discrecional, de finanzas y recursos públicos para negociar fines políticos.
El problema es que mientras esté el ORFIS en manos de los partidos políticos, con puestos negociados desde el Poder Ejecutivo con el Congreso del Estado y las principales fuerzas políticas (entiéndase PRI y PAN, con la reciente repartición de puestos claves y de políticos, mediocres constructores, como Víctor Morales Silva), la credibilidad de las acciones del órgano rayan más en las extravagancias laborales que en la preocupación de resolver asuntos de fondo, como el acceso a la información de la fiscalización.
Si el ORFIS está preocupado por tener una certificación extranjera para enaltecer si figura como dependencia honorable, debería entonces concentrar sus objetivos en demostrarse ante los veracruzanos como un verdadero órgano descentralizado de las fuerzas políticas, y dedicado precisamente a auditar todos aquellos entes envueltos en serias irregularidades de recursos públicos. El ISO 9000 a final de cuentas sólo servirá para colocarse en la entrada con un bonito marco de madera o metal, según sea el gusto de Audirac.
Los directivos del ORFIS deben entender que lo preocupante no es cómo se vistan o qué coman los empleados; sino la manera en que trabaja la dependencia y sus auditores, quienes supuestamente vigilan los recursos públicos del estado. Que lo preocupante no es cómo atienden (tampoco menos importante) ni la productividad en el marco de impresiones ultra vigiladas y cubículos fríos, sino la necesidad de impulsar una transparencia en el manejo de los recursos.
Lo realmente indignante es que en la historia de Veracruz ningún edil, ningún funcionario ha devuelto un sólo centavo de lo que se han robado. El ORFIS si quiere demostrar calidad en su trabajo y reconocimiento de la población, entonces que deje de ser un ente supranormal, misterioso y oculto, para entonces abrir al escrutinio público todas las auditorías hechas a las entidades de gobierno.
Sería más satisfactorio saber que a uno como veracruzano le informan sobre el estado que guardan las finanzas del estado y los ayuntamientos, independientemente del mal gusto que tengan algunos empleados para vestir. Lo más lamentable es que todo se deba a las ansias de una mentada ISO 9000, como si final de cuentas eso los veracruzanos lo estaremos presumiendo ante el mundo y en las mesas de un café oloroso que en los pasillos del ORFIS en apariencia está tajantemente vetado.
pablo.jair.ortega@gmail.com
25/10/06
Nota 48163