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Pasillos del Poder.
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A+ A- • Impunidad de los Fernández con el gas…
Por:
César Augusto Vázquez ChagoyaEn el magnífico libro "Historia del Diario de Xalapa", escrito por la periodista
Sonia García García , escribe: "La noche del 22 de enero de 1988, nuestra ciudad vivió horas dramáticas de pánico y psicosis colectiva ante el peligro latente que constituyó la fuga de 125 mil litros de gas butano en la planta de Xalapa, ubicada en las afueras, por la carretera a Veracruz, junto a las oficinas de la delegación de la --en aquel entonces-- SEP".
Tenía apenas unos tres años de ocurrido el siniestro de San Juanico en el estado de México y la gente vivía aterrorizada por una explosión de gas. "En la planta de gas que se encuentra a la entrada de la ciudad, cerca de Las Ánimas, hubo una fuga de gas, generando un éxodo masivo de gente, caminando, cargando niños, jalando carretillas, en coche; se veía gente en la calle con ropa de dormir".
Prosigue: "Ese día recibí una llamada de
Manuel Márquez Ortiz , que trabajaba en la SEP. Me dijo: ´Oye, nada más te doy un dato: huele mucho a gas, me dicen que es la planta de Las Ánimas, a lo mejor es una falsa alarma, pero por si las dudas ya nos ordenaron que salgamos´. Colgué y le hable a Don Rubén (Pabello Acosta) para informarle... A los 20 minutos ya estaba don Rubén aquí con Morales Lechuga, su compadre, quien por cierto llegó también en pijama. También vinieron las señoras Leonila y Jacqueline. Todos permanecimos en el periódico hasta la cinco de la mañana, y la gente estuvo pendiente esa madrugada del problema que se vivía en Xalapa".
"La televisora TVMAS estuvo transmitiendo toda la noche y a los fotógrafos no se les permitía hacer su trabajo por el flash, y por eso es que no tuvimos muy buenas fotos, pero las escenas de la gente huyendo sí las tenemos, platica José Valencia Sánchez". Hasta ahí, la narración de Sonia.
El testimonio que cuenta Pepe y escribe Sonia, es el lado periodístico de la tragedia de ese 22 de enero de 1988. En esa fecha gobernaba
Fernando Gutiérrez Barrios la entidad, quien con una precisión impresionante, ordenó la movilización de toda la Policía Estatal para concentrarla a Xalapa. Colonias enteras fueron desalojadas, quienes se encaminaron hacia el parque Juárez y a la catedral.
De inmediato se contrataron equipos de sonido que recorrían las calles de la capital del estado pidiendo que se desconectaran los aparatos eléctricos y los pilotos de las estufas. No fumar. El peligro de la fuga de 136 mil litros de gas, se hizo más grave, porque a esas horas la ciudad estaba bajo una niebla espesa que no permitía circular el gas, por lo que estaba estacionado sobre la ciudad.
Cierto. Don Rubén y Morales Lechuga llegaron en pijama, porque ellos vivían en el fraccionamiento Las Ánimas, atrás de la gasera. Los habitantes de las colonias que corrían eran las cercanas a la planta, que se ubica actualmente al lado de la Secretaría de Educación de Veracruz, donde están generalmente casi 2000 trabajadores; enfrente está el centro comercial más grande de la ciudad llamado "Plaza Américas" y está rodeado de fraccionamientos que han vendido la familia Fernández, dueña de la gasera, así como de la "Plaza Ánimas".
La emergencia del 22 de enero de 1988 se terminó a las 7 de la mañana del día 23, cuando a esa hora el gobernador salió del palacio de gobierno para ir a descansar. A las 10 de la mañana se reunían en el hotel Xalapa los funcionarios del gobierno y los dueños de la gasera, quienes se comprometieron en reubicar la planta de gas de inmediato.
Han pasado 21 años y la gasera sigue ahí. Hoy, este 2 de octubre, otra tragedia estuvo a punto de ocurrir. Una pipa de "Gas Xalapa", saliendo de la planta aludida se volcó con un tanque de 36 mil litros de gas, que propicio el desalojo de los trabajadores de la Secretaría de Educación y oficinas cercanas.
Se fugó algo de gas, pero la intervención de los bomberos y los cuerpos de auxilios impidieron otra tragedia. En la noche del 22 de enero de 1988, nadie determinó y menos cobró a los dueños de las gaseras los daños. Hubo robos a las casas abandonadas. Los que se enfermaron por el susto, etc. Nunca, se les fincó responsabilidad alguna.
Ahora parece que la impunidad de esta poderosa familia va a prevalecer sobre los demás. La suspensión de labores cuesta en cualquier comercio u oficina, además los daños colaterales que no se cuantificarán como en 1988.
¿Los Fernández volverán a decirnos que reubicarán su planta de gas al lado de la Secretaría de Educación? Son capaces, para más muestra de la impunidad en la que se cobijan.
cesar@vazquezchagoya.com
vazquezchagoya@prodigy.net.mx
03/10/09
Nota 74911