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• Diálogos por Veracruz…
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Por:
Alfredo Tress Jiménez .
La semana pasada, tuve la oportunidad de participar en el primer foro que se llevó a cabo por parte del gobierno del estado, el tema; la Seguridad Pública de los veracruzanos.
En ese encuentro manifestamos que en los últimos 4 años, a la crisis económica se le ha sumado la crisis de credibilidad ciudadana en las acciones de gobierno; y qué decir el tema de inseguridad pública. Expresé que estoy convencido que la seguridad pública está íntimamente ligada con las políticas públicas en materia educativa, desarrollo social, de trabajo y de aplicación y respeto de las leyes en materia de combate a la delincuencia.
Siempre he señalado que nadie puede estar por encima de la ley, que es un principio fundamental de nuestro régimen republicano. No puede haber desarrollo, no puede haber justicia social, no puede haber gobernabilidad, si este principio se vulnera. El marco del respeto y cauce de la ley, no se puede tolerar que se viole, pero tampoco debemos tolerar que la ley se imponga a priori por quienes las deben aplicar.
Urge establecer la agenda de seguridad pública, conocer los lineamientos que a cada quien nos corresponderá llevar a cabo. Se debe hacer énfasis en que las estrategias gubernamentales a aplicar en contra de la delincuencia organizada no se deben declarar, se deben garantizar por el estado. También se debe destacar que mientras el crimen organizado tenga una economía que lo nutra de recursos, mientras tenga la capacidad de tener un sistema de complicidad financiera y comercial a su favor, el monstruo seguirá vivo y actuante.
He propuesto en diferentes foros, que la estrategia de combate contra la delincuencia organizada se debe combinar con la economía y justicia social; la recuperación de la planta productiva, la generación de empleos, el combate a la desigualdad, el fortalecimiento del mercado interno, nos permitirá a los veracruzanos palear la difícil situación por la que se atraviesa. En nuestra entidad existen cerca de 4 millones de pobres, en una población aproximada de 7 millones de veracruzanos; esto es, casi el 60% carecen de casi todo.
A las autoridades pregunto: ¿cómo se puede reducir el crimen organizado, si existe en nuestro estado campo fértil para que se agreguen miles de veracruzanos que padecen de pobreza patrimonial y pobreza de oportunidades?
¿Cómo se puede considera prevenir el delito con una generación emergente en la que miles de jóvenes permanecen al margen de las oportunidades de educación, de empleo e ingreso, convirtiéndose en presas fáciles del pandillerismo, las adicciones y la delincuencia?
¿Cómo se podrá perseguir el delito con policías vulnerables a la infiltración y a la cooptación del crimen y la delincuencia?, desde el policía de crucero a los altos mandos de nuestras corporaciones, cuyos ingresos son insuficientes, y lo más importante, el Estado no les provee de una esquema de seguridad social, que en otros países es el verdadero incentivo para mantenerlos desvinculados de cooptación y soborno.
Falta integridad y visión de Estado, falta la voluntad de los tres órdenes de Gobierno, del Congreso de la Unión y las Legislaturas Locales, para construir una reforma de gran calado, de envergadura y de verdadera trascendencia, que vaya más allá de los discursos o de las ofertas de rentabilidad política. Lo realmente importante es que sea un acuerdo de conciencia el que nos comprometa a todos, con la delicada responsabilidad que tenemos con las presentes y futuras generaciones de veracruzanas y veracruzanos.
Podría decir mucho más; sin embargo, el tema de la seguridad pública se les debe a miles de familias veracruzanos que viven día a día en carne propia el miedo; se les debe a miles de veracruzanos que ven cómo esta batalla día a día y se recrudece, y comienzan a dudar si el Estado puede ganarla.
Se les debe a los hombres y mujeres que han caído en el cumplimiento de su deber, a todos los policías que genuinamente defendieron la ley y a sus familiares que sufren por este hecho. Se les debe a los periodistas que han sido asesinados y a los que han sido amenazados para no cumplir con el trabajo de informar, de denunciar, de sacar a la luz pública la infección que envenena todos los días a nuestro estado.
La batalla contra los criminales es una deuda que se debe ganar con el respaldo sin arrebatos de los tres órdenes de gobierno, de todas las fuerzas políticas, del apoyo de la sociedad, todos anteponiendo unidad de propósitos, inteligencia organizativa y aplicación de la ley sin cortapisas, concentrando todas sus fuerzas en los puntos estratégicos que puedan doblegar al enemigo.
En el Año del Bicentenario, debemos unir nuestros propósitos con disposición para conseguir juntos, sociedad y gobierno, el objetivo de vivir con seguridad. Ese será el mejor homenaje que podemos rendir al legado que nos dejaron hombres y mujeres que con sacrificios y en medio de tempestades aún más graves, frente a cualquier adversidad, siempre antepusieron la Patria. ¿Usted qué Opina?
alfredotress04@yahoo.com
06/09/10
Nota 82963