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Un ´Fenómeno´ con las rodillas rotas.
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A+ A- Ronaldo era un muchacho de 17 años cuando acudió por primera vez a un Mundial y no jugó ni un minuto.
Era jugador del Cruzeiro y entrenaba en silencio, porque
Carlos Alberto Parreira , el DT de Brasil en EU 94, le prohibió hablar. Al terminar las prácticas tenía la responsabilidad de ayudar al utilero del equipo a cargar los balones.
Una tarde le preguntaron a Romario quién era ese chico de los aparatos en los dientes que había metido dos goles en el entrenamiento de esa mañana. "Se llama Ronaldo y será el mejor jugador del mundo", contestó el ariete como si nada.
Un par de años más tarde el mundo lo conocía como "El Fenómeno"; doce años después, aquel muchacho que nunca se arregló del todo los dientes, se convirtió en el máximo ariete en la historia de las Copas del Mundo con 15 goles y dejó de lado a grandes romperredes como Gerd Muller y Pelé, para transformarse en un mito andante.
Este lunes 14 de febrero de 2011, casi 17 años de aquella justa en EU dijo "no aguanto más" y puso fin a su carrera.
Más allá de sus innatas cualidades naturales: extraordinario poder en las piernas, gambeta elástica y definición precisa y fría que lo llevaron a militar en los mejores clubes del mundo (PSV Eindhoven, Barcelona, Inter de Milán, Real Madrid, AC Milan), su mayor fuerza en el campo de juego era la mental.
La mismo lo llevó, tan sólo cuatro años después del 94, en Francia 98, a echarse a Brasil en hombros y a jugar contra Francia la Final luego de haberse desmayado unas horas antes del encuentro sin motivo aparente.
"Me hice todas las pruebas imaginables, científicamente no hay una explicación", explicó tiempo después. Perdió aquel duelo ante el otro grande de su época: Zinedine Zidane, pero endosó cuatro goles a su favor en el torneo.
Esa fuerza lo llevó, también, a Corea-Japón 2002 para convertirse en el goleador del torneo con ocho anotaciones y ahora sí, en campeón del mundo luego de haber estado casi dos años parado, luego de que se le rompieron las rodillas.
Y también fue su impulsora para alcanzar el récord de más goles en Mundiales, pese a que todo el mundo en Alemania 2006, donde hizo los tres tantos que le restaban para la marca, le tachaba de gordo.
En su momento más álgido era el tercer hombre más conocido del planeta sólo detrás del
Papa Juan Pablo II y del presidente de EU, George Bush. No necesitó de la religión o de la política para serlo, un balón fue suficiente.
En casi 100 partidos con la selección brasileña marcó más de 60 goles. Ganó todo lo que se puede ganar: ligas, copas, "Pichichis", Copas América, Champions League. Sólo le restaba la Copa Libertadores, que era lo que lo mantenía en activo.
Hace un par de semanas el Corinthians, dónde jugaba, fue eliminado en la primera fase del evento por el Deportivo Tolima y las fuerzas se le fueron.
Este lunes, en Sao Paulo, convocó a una conferencia de prensa y se despidió de las canchas sin aspavientos.
"Fue una linda carrera, maravillosa, emocionante, tuve muchas derrotas, muchas victorias, hice muchos amigos y no recuerdo haber hecho ningún enemigo", puntualizó.
Su cuerpo ya no le respondía aquejado por el sobrepeso y las lesiones: "Es difícil cuando la cabeza piensa que puedes eludir a un zaguero y tu cuerpo no lo consigue".
Finalmente admitió que sufre desde hace varios años hipotiroidismo, de ahí sus kilos de más, y que para tratarse necesita productos prohibidos en el futbol.
En el colmo de la dignidad, ofreció disculpas a la afición del Corinthians "por haber fracasado en el proyecto Libertadores".
En el recuento de los daños quedan en la memoria sus piruetas futbolísticas, de potencia y terciopelo y todas sus marcas: nada mal para un tipo regordete, de dientes chuecos y roto de las rodillas, que también será recordado por las hermosas mujeres que lo han acompañado.
14/02/11
Nota 86683