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La historieta ha servido como instrumento para escribir la crónica del dolor, de batallas qu
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A+ A- El género de los superhéroes en el cómic surge directamente de la necesidad intelectual y anímica de autores, y lectores, por hallar un alivio ante la inmisericordia del mundo.
No extraña que los primeros superhéroes surjan durante la última etapa de la depresión económica estadounidense, en un momento en el que la población necesitaba algo en qué creer.
Superman y Capitán América fueron los primeros personajes, y aunque cada uno presentaba distintas características y patrones de conducta, sus métodos de acción coincidían en buscar la defensa de la identidad gringa y las características más inmediatas de la moral y la justicia.
Las amenazas descomunales de la ficción superheroica en EU, al igual que Godzilla en Japón, representaban el terror bélico y nuclear como natural extensión de las perversiones humanas. Y es así que los superhéroes se convirtieron en aquellos entes divinos que lo resuelven todo, a diferencia de lo sucedido en la problemática realidad; mientras los desprotegidos humanos sólo observaban y se maravillaban.
Pero conforme la realidad se fue recrudeciendo y acostumbrando a la violencia, los personajes de cómics se fueron involucrando en mayor medida con su momento histórico. Si bien, Clark Kent, el alter ego de Superman (o viceversa), desde su origen en 1938 se presentó como un reportero, no sería sino hasta algunos años después cuando este giro dramático comenzaría a ser explorado. De hecho, puede considerarse que es hasta los agitados años 60, con la aparición de Peter Parker/Spiderman , y personajes como
The Fantastic Four y The Hulk , cuando la resaca de la batalla comienza a ser vista con objetividad.
La cámara de Peter Parker fue un termómetro de la inconmensurable violencia y locura de esos años. Fue uno de los primeros documentos gráficos, testimoniales, que llegaron a los diarios del Manhattan de aquel cómic. Mientras, en la historieta de Daredevil , el sufrido reportero Ben Urich le daba seguimiento a la miseria y el drama urbano.
Sin embargo, fue en 1994 cuando de la mano del guionista Kurt Busiek y del pintor Alex Ross nos llegó la sorprendente historia de Phil Sheldon, un reportero gráfico que decidió olvidarse de viajar al extranjero a los puntos de conflicto, para quedarse en Nueva York y dar fe de las guerras que héroes y antihéroes libraban en su entorno.
Fue así que en la serie Marvels (Marcel Comics), se nos mostró la vida profesional de este fotógrafo que inició a la par de la entrada de la primera antorcha humana, y le tocó documentar muchas guerras de superpoderes en las calles de Nueva York.
Cuando le llegó el momento de irse para documentar los conflictos que en otras regiones se desarrollaban, prefirió decirle no a su jefe y quedarse en su ciudad, pues se dio cuenta de que ahí también se dando pérdidas materiales y humanas, resultantes del intercambio de superpoderes.
En un apartado más cercano a la realidad, aunque no menos problemático, de 1996 al 2002, Vertigo Comics publicó Transmetropolitan , el primer cómic protagonizado por un periodista. En éste, ubicado en un futuro violento, degradado y deshumanizado, Spider Jerusalem parece ser el único frente a la injusticia y corrupción de su tiempo. Su laptop y su palabra escrita son suficientes para tirar barreras y gobiernos corruptos, y eso, desde luego, lo convierte en una especie de terrorista e inadaptado social que parece presentar la crónica más coherente en un mundo descompuesto.
Y es precisamente en la década de los 90, cuando la ficción ya no sólo sirve como reflejo en metáfora de la realidad, sino que la historieta sirve ya como instrumento para dar la crónica del dolor. Ejemplos no son pocos: el veterano historietista Joe Kubert le dio forma al testimonio de un amigo en Fax from Sarajevo (una crónica que el historietista construyó a partir de los faxes que su agente en Bosnia le envió durante la guerra en esta localidad, como única forma de comunicación).
Pero el más célebre de los trabajos de cómic journalism, sin duda, es la obra de Joe Sacco, en
Safe Area Gorazde (su reporte del conflicto en Bosnia a través de la exploración que realizó en un pequeño enclave musulmán serbio) y Palestine (un testimonio de los territorios ocupados en Israel, resultado de más de 100 entrevistas con sus habitantes), dos obras que han resultado testimonios crudos y valiosos de recientes eventos de guerra.
Tal vez, como la vida misma lo ha mostrado en los últimos días, estas obras no detengan por sí solas los conflictos armados ni conviertan en superhombres a sus creadores; sin embargo, seguramente sí se trata de formas efectivas para comprender y comenzar a evitar la locura humana.
18/04/03
Nota 9002