´Caballo de guerra´, la obsesión de Spielberg Pt.1.

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Steven Spielberg ha manipulado a la audiencia desde que hiciera Tiburón (1977), E.T. (1982), El color púrpura (1985), La lista de Schindler (1993), etc. hasta llegar a Caballo de guerra (2011).

Todos los creadores condicionan y manipulan a su público, disponen del lenguaje de su medio para causar reacciones en los espectadores, el cine clásico de Hollywood estableció un modelo de representación para realizar sus películas: las imágenes deben presentar ciertas características, no hay ángulos extraños ni posiciones incómodas para la cámara; la mirada del espectador se desvía de una imagen a otra, pues la excesiva contemplación puede mostrar la anormalidad de las cosas; la música debe indicar y apoyar lo que vemos y los guiones deben ser claros e ingeniosos pero no arriesgados.

Una película del Hollywood clásico no enfrenta sus imágenes con su significado, las imágenes no se contradicen con la música que las une, tampoco relata historias que vayan en contra de los dogmas dominantes; para poder fracturar el montaje clásico de Hollywood desde dentro hace falta un genio como el Alfred Hitchcock, que siguiendo las impuestas reglas las fue violando una a una.

Steven Spielberg es un maestro del condicionamiento clásico: Caballo de guerra, su última película, que está por estrenarse en México, es un vehículo orquestado de tal forma que el espectador casi no tiene escapatoria para sucumbir a un drama de guerra que se presenta como "tocante" y "enternecedor": las imágenes son idílicas, paisajes al estilo Lo que el viento se llevó llevados a Inglaterra, una pacífica vida en un granja, amenazada por un hombre que pretende despojar a la familia Narracott si no paga la renta del terreno y una música que predispone al público a emociones de amenaza de la felicidad y el sufrimiento de la separación.

"Albert" es un chico que vive con sus dos padres, a través de él vemos el nacimiento de un caballo, que representa el fin de su propia inocencia; su padre compra, en un arranque de soberbia contra el dueño de la granja, a dicho caballo, "Joey", un mitad purasangre, arisco y rebelde, que el chico tomará a su cargo.

El transcurso de la película lleva, inevitablemente, al conflicto bélico, esta vez la Primera Guerra Mundial , donde "Joey", vendido para poder pagar el alquiler de la granja, parte hacia un camino de sufrimiento en el que, eventualmente, se verá envuelto "Albert".

La manipulación de Spielberg es tan empática como tendenciosa, es capaz de lograr que los animales representen la felicidad y gracia de la vida, la protección del hogar y la rebeldía de la adolescencia; también logra mostrar al sufrimiento como un camino de heroísmo, a la guerra como un evento donde suceden milagros, y que todo ello sea verosímil.

Pero la vena de Spielberg está más que presente, es un sádico y un masoquista que sufre y disfruta del dolor grandilocuente, marca de su cine, de sus personajes y cómo este camino conduce al heroísmo para que la vida vuelva a florecer.

Caballo de guerra está manufacturada a la medida de su creador, con música de John Williams y fotografía de Janusz Kaminski, ambos habituales colaboradores.

Una pregunta: ¿por qué Spielberg se empeña en hacer otra película sobre el heroísmo de la guerra en estos tiempos?

No se pierdan mañana la segunda parte de la reseña de Caballo de Guerra.

13/01/12 Nota 94160

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