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El alcalde Guillermo Mejía Peralta jamás se presentó.
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Juan Santos Carrera .
Nogales, Ver. .-Expectación, temor e histeria causó la tarde de ayer la barrancada que ocasionó que e Río Chiquito se desbordara afectando a más de cincuenta familias asentadas en la rivera del afluente.
El agua alcanzó a tapar a una altura de aproximadamente un metro. Muebles, estufas, sillas, colchones y ropa salió por las puertas de los domicilios donde la corriente se abrió paso.
A las cinco de la tarde con treinta minutos, de sorpresa el ruido de las rocas arrastradas por la fuerza del agua del río alertó a los habitantes de ésta zona considerada como de alto riesgo. En menos de quince minutos el agua comenzó a salir del cauce normal.
Ante la impotencia de las familias, las cosas que con esfuerzos adquirieron, en un instante se echaron a perder a causa de éste fenómeno metereológico. Hasta el lugar del siniestro se trasladaron elementos del H. Cuerpo de Bomberos de Orizaba al mando de
Mario Flores Camacho ; de la policía preventiva de Orizaba con un grupo de siete personas comandadas por
Guillermo Carpio Romero ; el grupo de rescate Boinas Negras y de la dirección de Protección Civil de Pluviosilla.
Integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) implementaron el plan DN-III-E y junto con los elementos de la Dirección General de Seguridad Pública destacamentados en Ciudad Mendoza participaron en las labores de apoyo a la ciudadanía afectada.
La cercanía de los dúctos de Petróleos Mexicanos incrementó el temor de las familias quienes desde las banquetas observaron como su patrimonio era devastado por el fuerte embate de la naturaleza.
El lodo cubrió las calles, el paso para los rescatistas fue difícil, pasaron más de cuatro horas para que se anunciara la situación controlada. Lo extraño de todo, es que año tras año sucede la misma situación y las autoridades en turno han hecho poco o nada para encontrar una solución.
En ésta ocasión, mientras la gente padeció de las inclemencias de la lluvia que por fenómeno de escurrimiento del agua en la zona alta montañosa provocó el siniestro, el alcalde
Guillermo Mejía Peralta jamás se presentó. En su oficina informaron que se encontraba en el norte del país en un "curso".
El espectáculo que las personas presentes podían observar fue por demás impactante. El agua corriendo por el río a una velocidad impresionante. Troncos, animales muertos, basura, piedras y muebles pasaron ante la mirada atónita de los curiosos.
Las autoridades municipales acondicionaron el auditorio local como albergue; pero las familias se negaron a abandonar su hogar ante el temor de la rapiña clásica en éste tipo de situaciones.
03/06/03
Nota 9994